La respiración no solo nos mantiene con vida: también regula nuestras emociones más de lo que pensamos. Investigaciones del Journal of Neurophysiology muestran que la forma en que respiramos afecta directamente a áreas del cerebro como la amígdala, que regula el miedo y la ansiedad.
Cuando estás estresado, tu respiración se vuelve rápida y superficial, lo que le manda al cerebro señales de alerta. En cambio, respirar de forma profunda y consciente, especialmente exhalando más largo que lo que inhalas, ayuda a calmar el sistema nervioso y reduce la tensión. Por eso muchas prácticas como el yoga, la meditación o incluso algunos ejercicios deportivos ponen tanto énfasis en controlar la respiración.
La próxima vez que sientas que el día te sobrepasa, no necesitas mucho más que cinco minutos y aire. Respirar bien puede ser tu mejor herramienta para reconectar con tu centro.
– Paco Corral
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