Vivimos en automático. Pasamos de tarea en tarea sin detenernos a pensar por qué hacemos lo que hacemos. Una técnica poderosa y sencilla para reconectarte es practicar la intención consciente: antes de cada actividad, haz una pausa de unos segundos y pregúntate cuál es tu intención para eso que vas a hacer.
Por ejemplo, antes de una junta puedes decirte: “Mi intención es ser claro y escuchar bien”. Antes de comer: “Mi intención es nutrirme con calma”. Parece algo simple, pero esa pausa reprograma tu enfoque y reduce la ansiedad. Al establecer una intención, le das sentido a tu acción y vuelves a tomar el control.
Este hábito se puede aplicar en todo: conversaciones, comidas, ejercicios, incluso momentos de ocio. Vivir con intención no significa que todo debe ser perfecto, sino que todo tiene un porqué. Y eso le da profundidad a lo cotidiano.
– Paco Corral
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