Cocinar no solo es una necesidad, también puede ser una herramienta poderosa de relajación y autoconocimiento. Según un estudio de la University of Otago en Nueva Zelanda, las personas que cocinan con frecuencia reportan mayores niveles de bienestar y satisfacción personal. Esto se debe a que preparar alimentos implica concentración, creatividad y una sensación inmediata de logro.
El proceso de cocinar estimula los sentidos: los olores, los colores y las texturas ayudan a centrarte en el momento presente, algo que se relaciona directamente con la práctica del mindfulness. Además, preparar tus propias comidas te da control sobre lo que consumes y permite que te conectes con el valor de los ingredientes.
Para muchos, la cocina se convierte en un espacio de expresión personal o de convivencia. Ya sea solo o acompañado, cocinar puede ser una manera de canalizar emociones, reducir la ansiedad y reconectarte con el placer de lo simple.
Por Paco Corral
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