La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas celebró el pasado 22 de mayo su edición número LXVII de los Premios Ariel, otorgando reconocimientos a lo más destacado de la producción audiovisual nacional durante 2024. La ceremonia, que tuvo como sede el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México, no solo sirvió para aplaudir a directores, actores y guionistas, sino también para rendir tributo a figuras icónicas del cine mexicano que cumplen décadas de trayectoria.
La gran ganadora de la noche fue la película “Corazón de Farol”, dirigida por el cineasta tapatío Julián Hernández, que se alzó con siete estatuillas —incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion Original y Mejor Música—. El filme, que narra la historia de un grupo de amigos que regresa a su pueblo natal en Jalisco para enfrentar las consecuencias de un repentino fenómeno meteorológico, destacó por su fotografía poética y el uso de música folclórica interpretada por músicos jaliscienses.
—Me siento profundamente honrado —declaró Julián Hernández al recibir el Ariel a Mejor Dirección—. Este proyecto nació de la necesidad de contar historias sencillas, pero arraigadas en nuestro territorio. Quise mostrar la resiliencia de la gente común frente a tragedias, y creo que el jurado entendió ese mensaje en su totalidad.
En la categoría de Mejor Actriz Protagónica, la premiada fue Ilse Salas, por su papel en “Sombras del Paraíso”, donde interpreta a una periodista que investiga redes de corrupción en Guerrero. El discurso de Salas destacó el valor del periodismo independiente y homenajeó a corresponsales caídos en su labor. Por su parte, el Ariel a Mejor Actor Protagónico fue para Diego Luna, cuya actuación en “Los Muros Hablan” como un profesor de historia que enfrenta un dilema moral lo consagró como uno de los intérpretes más sólidos de su generación.
Sin embargo, la parte emotiva de la ceremonia se vivió cuando recayó el Ariel de Oro a la Trayectoria en Carmen Maura, actriz española con más de treinta años colaborando en proyectos mexicanos. La reconocida intérprete, visiblemente conmovida, agradeció en español fluido: “Mi vida artística se nutrió en gran medida de la hospitalidad y pasión del cine mexicano. Este premio es un regalo invaluable que guardo en mi corazón”.
Otra de las sorpresas de la noche fue el reconocimiento a la animación nacional, con el Ariel a Mejor Película Animada entregado a “Aves de Papel” de la productora mexicana Böhm Animation. Se trata de una historia de autodescubrimiento en la que un niño mixe emprende un viaje en una avioneta de papel, simbolizando la fuerza de los sueños infantiles y la importancia de la cultura indígena. Este galardón refuerza la idea de que la animación mexicana vive un momento de creatividad y proyección internacional, pues “Aves de Papel” ya había sido nominada a festivales en Canadá y Francia.
La sección de cortometrajes también destacó: “La Sombra de mi Abuelo”, un corto documental de origen chiapaneco, fue coronado como Mejor Cortometraje Documental. La obra, de apenas 20 minutos, narra el reencuentro de un nieto con su abuelo, que vive en una comunidad tzotzil de Las Margaritas. A través de imágenes íntimas, se aborda la memoria colectiva y el respeto a los ancestros. El director, Juan Carlos Tzaj, agradeció a las comunidades indígenas por abrirle sus puertas y aseguró que continuará produciendo contenido que visibilice las luchas diarias de los pueblos originarios.
Para cerrar la velada, la Academia preparó un homenaje musical en honor a Germán Robles, actor fallecido en 2024, con una intervención de la banda Mariachi Vargas de Tecalitlán. El conjunto interpretó una pieza instrumental compuesta por Alfonso Durán, amigo cercano de Robles, que evocó la faceta del artista como amante de la música vernácula. Entre lágrimas, la familia de Robles recibió el Ariel póstumo de manos de la actriz Angélica Aragón, mientras en las pantallas se proyectaban fotogramas de su filmografía en los años cincuenta y sesenta.