Los ojos son las ventanas del alma. O eso al menos es lo que dice el famoso adagio. Lo que no aclara en ningún momento es que, si no estás contento con el ventanal con el que has llegado al mundo, puedas ir a un especialista para cambiarlo por otro. ¿Que no te gustan tus ojos marrones? No hay problema, ponte unos verdes o grises. ¿Que quieres una mirara de un impresionante azul aguamarina pero has nacido con ojos marrones, la coloración que compartimos entre el 55 y 79% de la humanidad? Lo mismo. Todo es cuestión de que ahorres lo suficiente y pases por quirófano.
Quizás suene a ciencia ficción, pero en EEUU hay quien está haciendo eso mismo, cambiarse de forma artificial el color de los ojos. Y no sale barato. Les cuesta más de 10.000 dólares.
¿No te gusta tu color? Cámbialo. Esa frase no tendría mayor interés si nos refiriéramos al pelo, las uñas o incluso la piel de los brazos, piernas o torso, ahora que el blackout gana fuerza en el mundo del tatuaje. En este caso sin embargo hablamos de algo distinto: los ojos. Del mismo modo que hay quien va a la peluquería para convertir su cabello castaño en una melena rubio platino o rojiza, cada vez más gente acude a clínicas especializadas para alterar sus corneas e inyectarles un pigmento especial. Igual que con el pelo. Aunque en esos casos el cambio es irreversible.