La imagen de arriba la envió el módulo lunar Athena de Intuitive Machines antes de quedarse sin energía. Al igual que su predecesor, quedó en horizontal, lo que le impidió desplegar sus cargas. Para colmo, lo hizo en una orientación y una orografía que no le permitió recargar sus baterías.
Athena (IM-2) es una de las muchas misiones del programa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) de la NASA. Anunciado en 2018, supone el regreso de Estados Unidos a la superficie lunar tras más de 50 años, ya que la NASA dejó de hacer misiones lunares (tripuladas o no) después de Apolo 17.
CLPS contrata a empresas privadas para transportar experimentos científicos de la NASA a la Luna. Estas empresas desarrollan naves espaciales comerciales que financian con los contratos de la NASA y otras agencias o empresas interesadas en enviar carga a la Luna. Para la NASA es un enfoque de muy bajo coste, ya que los contratos giran en torno a los 100 millones de dólares por misión, mientras que los alunizajes del programa Surveyor de la década de 1960 costaban 10 veces más (ajustando su valor de entonces a la inflación).
También es un enfoque de alto riesgo, como están demostrando los primeros resultados. La NASA paga el monto acordado y no cubre sobrecostes, transfiriendo a las empresas un enorme desafío técnico y financiero. Para la NASA un fallo representa una pérdida manejable, así que está bombardeando la Luna de misiones CLPS. Para las empresas, la presión va en aumento.
Un comienzo difícil