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China en camino a su autosuficiencia

China trabaja desde hace años con una hoja de ruta tecnológica muy clara. La prioridad no ha sido competir en igualdad de condiciones con Occidente, sino reducir su exposición a decisiones ajenas.
La estrategia no nace con las sanciones de Trump ni con los vetos a Huawei. Venía de antes, pero aquello lo impulsó. Y sigue su curso.

Por qué es importante. Quien domina las materias impone el ritmo, quien fabrica chips tiene autonomía industrial y quien entrena modelos de IA con miles de millones de usuarios puede exportar la tecnología. China ya está en los tres niveles.

En detalle:

→ Materias primas. China refuerza su posición en el primer eslabón: el acceso a recursos estratégicos. Controla cerca del 90% del procesado de tierras raras, esenciales para fabricar todo tipo de tecnología. El Ministerio de Comercio ha limitado las exportaciones de galio y germanio, lo que impacta en sectores clave como paneles solares, vehículos eléctricos o radares.
La industria europea y la estadounidense no están logrando encontrar sustitutos a corto plazo. Y China, además de mantener una reserva nacional para uso interno, está regulando su explotación con criterios geopolíticos.
→ Semiconductores. Tras los vetos occidentales, el Estado aseguró recursos masivos a su industria nacional. Huawei, bloqueada por Estados Unidos, presentó un chip de 7 nm fabricado por SMIC, sin acceso a litografía EUV. No es tecnología puntera… pero sí suficiente, al menos por el momento. Ya hay patentes para seguir miniaturizando.

El fondo estatal de semiconductores creado hace un año roza los 50.000 millones de dólares, y aunque la autosuficiencia total aún está lejos, el sistema ya está funcionando sin acceso al exterior.

→ IA. Las grandes tecnológicas chinas desarrollan sus propios modelos fundacionales.

Baidu → Ernie Bot.
Alibaba → Tongyi Qianwen.
Huawei → Pangu.
Cada uno tiene una orientación sectorial distinta, pero todos viven bajo el paraguas del nuevo marco regulador nacional, que exige registro y validación de algoritmos. El resultado: cada vez más startups chinas dedicadas a la IA (con resultados brutales como DeepSeek), y priorización para la aplicación directa en servicios públicos, industria y educación.