Si eres una persona a la que le gusta disfrutar del sexo es probable que no entiendas cómo es posible existan personas que no mantengan relaciones sexuales por voluntad propia. Una persona puede llegar hasta este punto de no querer tener relaciones sexuales por creencias religiosas o porque simplemente ha llegado a tomar esa decisión.
En una sociedad hipersexualizada como la nuestra parece impensable responder que sí. Pero no son pocas las personas que, por diferentes motivos y circunstancias, eligen la abstinencia. Es una opción válida si es por orientación sexual, pero si te causa malestar porque te sientes obligada a no tener vida sexual puede generar tristeza, depresión, estrés o ansiedad.
Somos seres sexuales. Pero vamos a matizar desde el principio. Hablar de sexualidad implica hacerlo en el sentido más amplio de la palabra. “No podemos reducir la sexualidad a la genitalidad. También es erotismo, besarse, acariciarse, abrazarse, tocarse”.
Las personas pueden escoger libremente vivir en abstinencia sexual pero otras sin embargo, se ven obligadas a aceptar unas normas que les obligan a vivir sin sexo aunque signifique tener que reprimir sus impulsos o sus deseos sexuales, normalmente esto ocurre cuando se siguen las normas de una creencia religiosa en concreto.
Pero, entonces, ¿se puede vivir sin sexo? Sí, por poder, se puede, evidentemente. No obstante, la abstinencia podría privarnos de los beneficios que aporta como es “experimentar mayor bienestar, aumentar la intimidad con la pareja, reducir el estrés, reafirmar la validación personal, elevar la autoestima, el sexo nos hace vivir con una perspectiva más optimista y positiva”., la abstinencia tiende a deprimir nuestro sistema inmunológico, como demostraba un estudio de la Universidad de Wilkes, en Pensilvania, que concluía que la inmunoglobulina A, un anticuerpo que protege de virus que afectan a las vías respiratorias y digestivas, aumenta en un 30% en las personas que tenían relaciones sexuales entre una y dos veces por semana.