El tema de la desigualdad de género retoma mayor importancia hoy en día por todas las expresiones de violencia y discriminación que afectan a la mujer.
Si bien existen diversas formas de manifestar dicha inequidad, particularmente en el ámbito organizacional existen dos fenómenos denominados “Techo de Cristal” y “Suelo Pegajoso”, ambos se refieren a los diversos obstáculos que enfrentan las mujeres en su desarrollo organizacional.
La variable Techo de Cristal se refiere a un conjunto de normas informales al interior de las organizaciones que dificultan a las mujeres ascender en la jerarquía organizacional, independientemente de sus competencias laborales o logros alcanzados.
Por su parte, el término “Suelo Pegajoso” se utiliza para explicar de manera generalizada las profesiones que han sido ocupadas principalmente por mujeres, posiciones que en la mayoría de los casos se han devaluado laboralmente hablando, trayendo consigo mala calidad en condiciones (como bajos sueldos, poco o nulo involucramiento en la toma de decisiones y escasa oportunidad de ascensos, por mencionar algunos).
Entre las razones de la amplia ocurrencia de este fenómeno está la doble jornada y la falta de tiempo que puede disponer la mujer trabajadora para realizar sus actividades laborales, como consecuencia de la elevada responsabilidad que tiene en las tareas del hogar y cuidados familiares.
Las organizaciones son el reflejo de la sociedad machista en la que vivimos, donde está presente un amplio espectro de violencia laboral conocido como “micromachismos”.
Para ejemplificarlo, usando algunos de los resultados encontrados por el estudio realizado recientemente en la Facultad de Psicología de la UNAM, donde fueron encuestadas más de mil mujeres que trabajan, con el objetivo de explorar las situaciones que han tenido que experimentar en sus ambientes de trabajo, 6 de cada 10 mujeres indicaron que han sacrificado mucho de su vida personal por mantener su empleo, puesto que la realidad social evidencia que se ha normalizado la violencia estructural como sueldos menores y baja posibilidades de promoción, más la doble labor de una mujer incluyendo comentarios y actitudes sexistas.
Ellas consideran que tienen menos posibilidades de ascender en un empleo, independientemente que se sienten capaces de tener un cargo de mayor responsabilidad y formar una familia. En cuanto a sus oportunidades de crecimiento dentro de su organización, más de la mitad tiene aspiraciones para seguir creciendo de puesto, sin embargo, una parte importante de ellas considera casi imposible ser tomada en cuenta para dichas promociones por su condición de género.
Recordemos que el 85% de las organizaciones tienden a ser “tóxicas” en su ambiente laboral y se fomentan los riesgos psicosociales con jornadas amplias de trabajo, cargas inadecuadas, con exposición alta a estrés laboral, escaso balance vida-trabajo, violencia en el trabajo y malos estilos de liderazgo.
De acuerdo a otro estudio realizado por la UNAM, 7 de cada 10 personas padecieron en algún momento de su vida laboral algún tipo de hostigamiento o violencia, encontrando más incidencia en las trabajadoras que son madres solteras y se ven obligadas a “tolerar” estas conductas por la necesidad de llevar el sustento a su casa.
Retomando una cifra del INEGI, 10 mil mujeres abandonaron su empleo por motivos de acoso laboral en el primer trimestre del 2019.
El acoso laboral ha permanecido por varios motivos de la cultura organizacional mexicana, incluyendo la falta de formación en perspectiva de género que carecen las organizaciones, donde, si alguna persona se atreve a denunciar prácticas de acoso, suelen revictimizarla y sumar a toda la mala experiencia, situaciones muy incómodas que ni siquiera resuelven ni resarcen el daño vivido.