La coordinadora del Seminario Universitario de Riesgos Socioambientales (SURSA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Naxhelli Ruiz Rivera, afirmó que la reconstrucción de Ciudad de México tras los sismos registrados seguirá presentando rezagos y es posible que continúen más allá de este sexenio.
Hasta el pasado 15 de septiembre se habían entregado 40 por ciento de las viviendas de unidades habitacionales afectadas por el terremoto del 2017; 40.84 por ciento de las unifamiliares y 53.12 por ciento en multifamiliares.
La también investigadora del Instituto de Geografía presentó las bases de datos de la Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México e indicó que hay un importante número de viviendas en proceso administrativo, es decir, en las cuales no se han iniciado trabajos de rehabilitación o reconstrucción por diversas razones.
Destacó que en la zona de Iztapalapa hay dos mil 35 viviendas en esta condición; en Tláhuac, mil 835; así como en Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán con mil 717 viviendas; y en Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, Azcapotzalco con otras mil 705.
Previamente, el director del Instituto de Geografía, Manuel Suárez Lastra, indicó que los sismos del 19 de septiembre de 1985 y de 2017 cambiaron la forma como vemos los riesgos, y el objetivo del Seminario es reflexionar sobre las tareas pendientes respecto a cómo los comprendemos y abordamos; además se busca plantear nuevas ideas de cómo prevenir los desastres.
Asimismo, la directora de la Facultad de Filosofía y Letras, Mary Frances Teresa Rodríguez Van Gort, indicó que es de todos sabido que la capital del país está expuesta a la amenaza sísmica, pero el temblor de 1985 marcó un antes y un después en la urbe.
En este sentido, puntualizó que en 2017 se creía que la ciudad estaba a salvo de otro gran sismo, se contaba con los protocolos y alertas para no volver a vivir otro como el de 1985; sin embargo, el temblor de hace un lustro mostró que debemos actualizar los protocolos, atender alertas, trabajar en la prevención, mitigar la vulnerabilidad, buscar cómo construir y desarrollar nuestras fortalezas, y desde la academia participar activamente en la gestión del riesgo de desastres.