Aunque no se habla mucho de ello, existe un fenómeno psicológico conocido como “colapso nocturno”. Es ese momento en el que, al llegar la noche, tus emociones parecen amplificarse: cosas pequeñas te pesan más, te sientes más sensible, y pensamientos que ignoraste durante el día toman fuerza.
La razón es simple: al caer la noche, disminuye la estimulación externa y sube la fatiga mental. Con menos distracciones, tu cerebro empieza a procesar lo que dejó pendiente, y la falta de energía reduce tu capacidad para regular emociones. Por eso todo se siente más intenso.
Saber esto ayuda a actuar con más calma: evitar decisiones importantes a esa hora, no engancharte en discusiones y elegir actividades que relajen, como leer algo ligero o preparar un té. No estás “dramático”: estás cansado. Y el cuerpo te está pidiendo descanso.
– Por Paco Corral
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