Se ofrece un amplio muestrario de la creación pictórica contemporánea, conformado por cuarenta obras realizadas con diversas técnicas.
La XX Bienal Rufino Tamayo, que podrá visitarse hasta el 7 de diciembre en el Museo Tamayo, ofrece un amplio muestrario de la creación pictórica contemporánea, conformado por cuarenta obras realizadas con diversas técnicas —óleos, acrílicos, textiles, entre otros lenguajes— que oscilan entre lo figurativo y lo abstracto.
La exposición es presentada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Museo Tamayo, en colaboración con la Secretaría de las Culturas y Artes del Gobierno del Estado de Oaxaca y el Museo de Arte Contemporáneo y de las Culturas Oaxaqueñas.
La diversidad de tratamientos —que incluyen abstracción, fotorrealismo, referencias a la historia del arte, integración con el mundo digital y un amplio espectro de posibilidades pictóricas— constituye una de las principales características de la XX Bienal Rufino Tamayo, en palabras del curador Tobias Ostrander.
“Con esta selección se busca mostrar la diversidad y la energía en el medio de las artes visuales”, puntualizó Ostrander, quien formó parte del jurado junto con los curadores Paulina Ascencio y Víctor Palacios, así como con las artistas Berta Kolteniuk y Lucía Vidales.
La calidad de la manufactura y el trabajo conceptual de las obras fueron los principales elementos considerados por el jurado, que eligió 40 piezas de entre 650 participantes, otorgando premios de adquisición a Othiana Roffiel Sánchez por Mirage; José Gonzalo García Muñoz por El desfile del salvaje hacia el futuro; y Javier Peláez Gómez por La Ralla II. Asimismo, se otorgaron menciones honoríficas a Daniela Ramírez González, Francisco Muñoz Pérez, Urmeer, Laura Meza Orozco y Octavio Moctezuma.
El curador señaló que Mirage, de Roffiel, explora los límites entre lo figurativo y lo abstracto mediante un lenguaje visual que evoca simultáneamente cuerpos, paisajes y formas celestes. La obra propone un universo pictórico en suspensión donde lo telúrico y lo etéreo se entrelazan en configuraciones ambiguas.
En La Ralla II, Peláez continúa su investigación pictórica sobre flores tóxicas, centrándose en la amapola. A través de una representación que evoca restos de cultivo, la pieza indaga los vínculos entre estética, farmacología y violencia estructural.
Por su parte, El desfile del salvaje hacia el futuro, de José Gonzalo García —que forma parte de la serie Los cachorros— articula una reflexión pictórica donde convergen el cine mexicano de los años setenta y un ensayo visual del cuerpo como territorio en disputa. Construye escenas de tensión erótica atravesadas por gestos de violencia y teatralidad, donde extremidades flotantes irrumpen en la quietud de cuerpos bronceados.
La muestra se complementa con la obra de 35 artistas que abordan desde lo territorial y lo político hasta lo íntimo y lo sensorial, mediante lenguajes pictóricos diversos. Este conjunto reafirma la vitalidad de la pintura contemporánea y manifiesta el compromiso de la Bienal con la investigación, la difusión y la experimentación local en diálogo con la escena nacional, configurando un panorama pictórico diverso y en constante evolución.
La exposición podrá visitarse hasta el 7 de diciembre en el Museo Tamayo, ubicado en Paseo de la Reforma No. 51, Bosque de Chapultepec, alcaldía Miguel Hidalgo, Ciudad de México.
