Más que un oficio, una tradición
Hace muchos años; antes de que el internet pudiera siquiera ser imaginado, el medio de comunicación por excelencia fue el epistolar, el intercambio de cartas era la única manera de mantener comunicación entre distintos lugares. Es así como de entre todos los oficios trascendentales a lo largo de los siglos, surge la figura de personajes que, tuvieron la misión de mantener comunicados; a través de la escritura, a pueblos y naciones. Mensajeros de buenas e incluso desalentadoras noticias.
La historia del Cartero en México
El oficio del cartero en México tiene raíces antiguas que se remontan a la época anterior a la llegada de los españoles. En esos tiempos, los corredores eran responsables de recorrer largas distancias para entregar noticias e información, lo que se conocía como el sistema de la Posta.
Durante el imperio azteca, los carteros idearon un sistema de relevos para agilizar las entregas y mantener a los trabajadores en buena forma física. Esto implicaba que los carteros esperaban en torres estratégicamente ubicadas cada 10 kilómetros para recibir la correspondencia y continuar con la entrega.
Con el tiempo, el trabajo de los carteros se expandió para incluir la entrega de joyería, paquetes, alimentos y textiles. Durante la época colonial, se incorporó el uso de caballos, lo que aumentó la eficiencia en la entrega.
En 1759, se estableció el servicio postal en Yucatán, seguido por la creación de las primeras oficinas postales en Veracruz, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Guanajuato. El servicio de estafetas o correo especial y diplomático se convirtió en una parte integral del sistema postal. Durante el imperio de Maximiliano, se introdujeron buzones y sobres postales para un mejor control y gestión de la correspondencia. Durante el Porfiriato, con la llegada del ferrocarril, el sistema de correos se volvió aún más eficiente. Además, se inició la construcción del icónico Palacio Postal, que sigue funcionando como una oficina de correos en la actualidad.
El cometido del cartero ha sido tan relevante, que no pudieron quedar excluidos de la literatura y cinematografía, citemos así:
-“El cartero de Neruda” escrito por Antonio Skármeta;
-“El cartero de Bagdad” de Marcos Calveiro y Miguel Ángel Díez;
-“Cartero” de Charles Bukowski o “Miguel Strogoff” de Julio Verne;
-“El coronel no tiene quien le escriba”, donde los títulos y narraciones giraron en torno a estos protagonistas.
De ahí se podría saltar a la cinematografía para verlos en la época de oro del cine mexicano representados por personajes cómicos como lo fueron:
-Cantinflas con: “Entrega inmediata” y;
-Resortes en; “El cartero del barrio”.
Hoy, lejos del romanticismo y fantasía que pudo construirse en torno a este oficio; los carteros permanecen vigentes en la cotidianeidad de la sociedad cumpliendo con esa encomienda tan importante que asumieron, entregar mensajes. Tal vez ya no las cartas de amor que solían circular, tampoco las de viajeros que contaban su caminar en la lejanía del hogar; no obstante, ahora su llegada es ansiada con mensajería de otra índole; como paquetería con la emoción recibir esa compra tan anhelada o ese regalo prometido, solo por mencionar uno de los tantos servicios que el correo hace llegar a destinatarios por medio de los carteros.
El Servicio Postal Mexicano como homenaje a todos esos empleados que siguen trabajando por el bien de los demás sin importar las inclemencias del tiempo o las condiciones de salud que puedan asolar al país, ha emitido estampillas postales para agradecer a todos los carteros que siempre están dispuestos a cumplir con su labor.
