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Beber alcohol y dormir en un ambiente similar a un avión sería malo para el corazón

El consumo de alcohol durante un vuelo, en combinación con la presión de la cabina, podría suponer un riesgo para la salud cardíaca de los pasajeros que duermen, sobre todo en los trayectos largos, además de afectar a la calidad del sueño, sugiere un estudio hecho en laboratorio.

El estudio se realizó en laboratorio, en una cámara de altitud, que asemeja el ambiente en la cabina presurizada de un avión, y en un laboratorio del sueño.

Para el estudio, se formaron dos grupos de entre 18 y 40 años. La mitad se asignó a un laboratorio del sueño en condiciones normales de presión atmosférica ambiente nivel del mar y la otra a una cámara de altitud que imitaba la presión de cabina a altitud de crucero a 2 mil 438 metros sobre el nivel del mar.

12 personas de cada grupo durmieron durante 4 horas sin haber bebido alcohol y otras tantas habiendo bebido durante una noche, seguida de dos noches de recuperación y otra noche en la que se invirtió el proceso.

Los participantes bebieron una cantidad de vodka puro equivalente a dos latas de cerveza o dos copas de vino en vodka. El ciclo de sueño, la saturación y la frecuencia cardíaca se monitorizaron continuamente durante cuatro horas.

El análisis final incluyó los resultados de 23 personas en el laboratorio del sueño y 17 en la cámara de altitud.

La combinación de alcohol y presión de cabina simulada provocaba una caída de la saturación de oxígeno en sangre a una media de algo más del 85% para la mayoría de personas el nivel normal es 95 por ciento superior y un aumento compensatorio de la frecuencia cardíaca a una media de casi 88 latidos por minuto durante el sueño.

Para los que durmieron en cámara de altitud, pero sin beber alcohol la saturación media fue del 88 por ciento y algo menos de 73 latidos.

Los que permanecieron en el laboratorio del sueño registraron 95 por ciento de saturación y un poco menos de 64 pulsaciones entre los que no habían bebido alcohol.

En cuanto al sueño, el de tipo más profundo se redujo a 46.5 minutos bajo la exposición combinada de alcohol y presión de cabina simulada. En el laboratorio del sueño esa fase duro 84 minutos para los que habían bebido y 67.5 minutos para los que no.

Los investigadores reconocen el pequeño tamaño de la muestra de su estudio y que los participantes eran jóvenes y sanos, por lo que no reflejan a la población general. Además, el sueño se hizo decúbito supino, una postura que no es posible para quienes viajan en clase turista.

También señalaron que el alcohol se consumió tipo chupito, cuya ingesta puede ser más brusca que una copa de vino o una cerveza a lo largo de un vuelo, generalmente más prolongado, además, excluyó el factor de la alimentación, que puede influir considerablemente en los resultados.