La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo: genera aproximadamente el 10% de las emisiones globales de carbono y es responsable de toneladas de desechos textiles cada año. Frente a eso, surge el movimiento slow fashion, una alternativa que invita a consumir de manera más consciente, priorizando calidad, durabilidad y ética sobre cantidad.
El slow fashion apuesta por comprar menos y mejor. Implica elegir prendas de buena calidad, fabricadas localmente o por marcas con responsabilidad social, así como reparar, intercambiar o reciclar ropa. También celebra el estilo personal sobre las modas pasajeras: no se trata de tener mucho, sino de tener lo justo y que te represente.
Además de ayudar al medio ambiente, este enfoque también libera tiempo, espacio y dinero. Vestir bien, hoy más que nunca, es un acto que puede ser coherente con los valores y con un estilo de vida más responsable y auténtico.
– Paco Corral
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