Muchas veces no nos damos cuenta de cómo el estado de nuestro entorno influye en nuestra mente. Un espacio desordenado puede generar ansiedad y dificultar la concentración, mientras que un ambiente organizado puede favorecer la calma y la productividad.
Un estudio de la Universidad de Princeton encontró que el desorden visual compite por nuestra atención, lo que hace más difícil enfocarnos en tareas importantes. Otro estudio de la Universidad de California reveló que las personas con hogares desordenados tenían niveles más altos de cortisol, la hormona del estrés.
Organizar tu entorno no significa que debas ser obsesivo con la limpieza, sino que mantener un equilibrio en el espacio donde vives o trabajas puede hacer una gran diferencia en tu bienestar emocional. Un pequeño hábito como dedicar 10 minutos al día para ordenar puede ayudarte a reducir la sensación de caos mental y mejorar tu capacidad de concentración.
– Paco Corral
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